¿Alguna vez te has preguntado por qué las personas en el mundo siempre prefieren el café colombiano? Bueno, pues olvídate de todo lo que sabes sobre el café. Aquí en ¡Dios Mío! Coffee by Sofía Vergara, te compartimos los increíbles secretos.

Las Montañas Mágicas de Colombia:

Colombia tiene los ingredientes perfectos para cultivar café. Imagina exuberantes montañas color esmeralda besadas por el sol, suelo volcánico rico en nutrientes y refrescante lluvia fría que mantiene todo verde y hermoso. Este paraíso del café se encuentra entre 1.200 y 1.800 metros sobre el nivel del mar, el punto ideal para cultivar los granos Arábica más chéveres del planeta. ¿Robusta? ¡Ni la conocemos!

En toda Colombia, en fincas ubicadas entre las montañas, familias apasionadas han cultivado café durante generaciones. Estas personas no solo cultivan granos, sino que también ponen todo su corazón y alma en crear una experiencia de café sin igual. Recolectan a mano solo las cerezas más maduras, asegurando que cada taza esté llena de sabor.

¡Un Grano para Cada Paladar!

Aquí está la belleza del café colombiano: ¡hay un grano para todos! Viaja hacia el norte a regiones más cálidas y encontrarás granos con un cuerpo más suave y lleno. Dirígete hacia el sur, más cerca del ecuador, y tus papilas gustativas bailarán salsa con la brillante acidez y dulzura de esos granos de gran altitud. Sin importar tu preferencia, Colombia tiene un grano con tu nombre que te hará decir: ¡Dios Mío!

La Diferencia de ¡Dios Mío! Coffee de Sofía Vergara:

Entonces, ¿qué hace que ¡Dios Mío! Coffee sea tan especial? Obtenemos nuestros granos de estas increíbles caficultoras colombianas que trabajan en el campo, asegurándose de que experimentes la perfección pura del café colombiano en cada taza.

Desde las condiciones de cultivo hasta las mujeres dedicadas que lo cultivan, cada sorbo es una celebración de la excelencia del café colombiano.

Ahora que ya sabes dónde comprar café colombiano mensualmente. ¿Listo para saborear la diferencia? ¡Toma una taza de Café ¡Dios Mío!